Diario de jerez
Apostolado de
arte
Los doce apóstoles de José de Arce
se muestran de nuevo en la Catedral en todo su esplendor, tras una restauración
que ha durado tres años
Arantxa Cala / jerez |
Actualizado Domingo 13.05.2012 - 11:27
Uno de los apóstoles
parece dar gracias al Cielo por su regreso a la Catedral, tras varios años de
rehabilitación del conjunto. / Pascual
Era flamenco, pero de los nacidos en Flandes. Aunque
quiso ser gitano, de los de aquí. No cantaba, ni bailaba, porque su arte era
otro casi más divino. Sus manos le permitieron ser escultor. Su nombre era
Josephe Haerts, pero rápidamente se castellanizó a José de Arce, mucho más
fácil de pronunciar por aquí. Llegó a Sevilla allá por 1633 y poco después a
Jerez. Aquí no le faltó trabajo. Eran buenos tiempos por el oro y la plata que
provenían de las Américas.
Dicen los expertos de él que era un trabajador
callado, serio, cumplía los plazos a rajatabla, a diferencia de otros artistas
informales de la época. Arce significó el paso del Barroco inicial al maduro en
Andalucía, vamos, que era un protobarroco de lo que se hacía en Europa. Estaba
muy cerca de la pintura de Rubens, que 'regaló' muchos modelos a sus paisanos
escultores. Era muy versátil porque trabajaba con facilidad la madera y la
piedra.
Esa labor reservada tenía una sombra muy alargada, que
llega hasta nuestros días. Una prueba de valor incalculable son los doce
apóstoles que arropan la nave central de la Catedral de Jerez. Un apostolado
recién restaurado en su totalidad, obra de la empresa Ressur, que un día dio
vida José de Arce en su taller. La intervención se ha realizado en tres fases,
correspondientes a tres anualidades, donde se restauraron cuatro esculturas por
año. Se ha llevado a cabo a través de un acuerdo que en su día firmó el
anterior obispo, Juan del Río, con Diputación.
Arce será el encargado de realizar el conjunto
escultórico para el retablo de la Cartuja de Jerez, que fue trazado por
Alejandro de Saavedra en 1636-37 y dorado por Miguel Parrilla en 1639. Constaba
de pinturas de Francisco de Zurbarán y las diferentes esculturas de los
apóstoles, ángeles (desaparecidos), atlantes y el crucificado que lo coronaba,
todo ello se encargó en 1637 al flamenco, quien trabajaría durante tres años en
su taller que estableció en Jerez. Cobraría 200 ducados por cada uno de los
apóstoles.
La historia material de este conjunto escultórico ha
sufrido una serie de peripecias a lo largo de su existencia. Comenzarán sus
trasiegos en 1835 con la desamortización de Mendizábal, en ese momento salen de
la Cartuja y llegarán por primera vez a la Catedral. Una vez allí se guardarán
en diversas dependencias hasta 1882, fecha en que son 'restauradas' por Blas
José Díaz Argaya, intervención que está documentada en el hombro izquierdo de la
escultura de Santiago el menor. Tras la vuelta de los frailes cartujos a Jerez
en 1948, estos reclaman sus bienes y las esculturas son trasladadas a la
Cartuja, donde son colocadas en el refectorio sobre unos pedestales neobarrocos
que imitan la piedra, que son los actuales que están en la Catedral. Ya en
1950, de nuevo, hay constancia documental de que son colocadas en las naves
laterales de la Catedral sobre unos pedestales altos. Terminando sus peripecias
en la actual ubicación sobre los pilares de la nave central.
Son, como era característico en las obras de Arce,
figuras con movimiento, de tamaño casi natural e incluso más, muy sinuosas,
carnosas, serenas. Hay gran movimiento de brazos y de telas. "Son
esculturas que representan muy bien la edad madura y la ancianidad, con gran
potencia física e intelectual, y eso que hoy se valora sólo la juventud porque
parece que envejecer es ya un pecado. Arce aprecia así la sabiduría de la
vejez", apunta la historiadora del Arte Esperanza de los Ríos, que ha hecho
varios estudios sobre este autor. "La Catedral ha ganado mucho, tiene más
empaque. Está más bonita así", dice el deán de la Catedral, Antonio López.
Por su parte, el director técnico de Ressur, Francisco
García Brenes, asegura que entre la intervención de Argaya y la de esta empresa
(las dos únicas que están documentadas), se han descubierto otras por los
materiales que se utilizaban, como pasta de madera. Hay que destacar que en el
análisis pormenorizado de las esculturas no se ha hallado la firma de José de
Arce, ya que entonces las esculturas no se solían rubricar, pero sí se ha
localizado una fecha, 1639, al pie de San Simón. La autoría del flamenco se
conoce por el contrato que firmó con los cartujos y que se encuentra en el
Archivo de Protocolos de Sevilla, además del seguimiento que se ha hecho de la
obra a lo largo de los siglos.
El conjunto del apostolado es muy homogéneo en cuanto
a su realización técnica, todas las esculturas están realizadas en madera de
cedro y están construidas a base de tablones de esta madera ensamblados al
hilo, dejando un interior hueco. También es abundante el uso de grandes clavos
de forja y dobles colas de milano para asegurar el conjunto. El proceso de
policromado es tradicional.
Las patologías que afectaban a las esculturas eran
poco visibles a simple vista, debido a la posición elevada a la que se
encuentran. Había que añadir la dificultad para percibir los daños, por
encontrarse éstos bajo una gran capa de polvo depositado, así como de numerosos
repintes. De otra parte destacaban los daños infligidos en las numerosa
intervenciones 'restauradoras' o de adecentamiento a la que han sido sometidas
a lo largo del tiempo. Otro motivo de deterioro, que ha producido mutilaciones
y roturas de piezas, han sido los transportes y cambios de ubicación que han
tenido que soportar las imágenes. "Aparentemente, desde abajo, parecía que
los apóstoles no tenían problemas, pero una vez en el taller, empezaron a salir
daños. Se reconstruyeron manos, pies, bordes de las telas partidos y
reconstruidos, había grietas por todas partes, clavos oxidados...",
detalla García Brenes. Todas las esculturas tenían su orla, menos una,
desacralizada por el Instituto de Patrimonio, aunque ninguna es original.
Los tratamientos de conservación y restauración
llevados a cabo sobre el conjunto escultórico se enfocaron hacia una
recuperación integral de todas las piezas, tanto a nivel estructural como de
sus valores estéticos. Para ello se eligieron aquellos tratamientos específicos
que proporcionaban a los elementos deteriorados los niveles adecuados de
consolidación y capacidades mecánicas. En paralelo a los tratamientos se
realizó un estudio microclimático de la nave central de la catedral, lugar de
exposición de las piezas. Para ello se colocaron sensores que registraban las
variaciones de temperatura y humedad ambiente durante las 24 horas del día.
También se realizaron estudios radiográficos,
fotografías técnicas con luz normal, rasante y análisis de caracterización de
materiales, para conocer en profundidad la materialidad de las obras. Todos
estos datos han sido procesados y ordenados en una memoria final de
intervención donde pueden conocerse pormenorizadamente y servir de base para
futuras investigaciones.
Entre las pocas obras documentadas que hay de Arce
está el San Bruno, San Juan Bautista y el Cristo de la Cartuja, que también
están en la Catedral, entre otras piezas; el retablo de San Miguel, compartido
con Martínez Montañés, y el Cristo de la Salud, de la hermandad del Silencio. Y
casi documentado un pequeño crucificado en la Ermita de las Angustias, en su
sala de juntas, "regularmente conservado". En Sevilla destaca Nuestro
Jesús de las Penas de la cofradía de La Estrella, en cuya peana se encontró un
papel que otorgaba la autoría a Arce, así como las ocho figuras monumentales en
piedra de la Parroquia del Sagrario de la Catedral.
José de Arce se casó dos veces, una con María de
Pastrana, que falleció a consecuencia de la peste, y una segunda con Margarita
Tello de Meneses, con quien tuvo una hija, Romualda Teodora (traducción
femenina de Rombout, que es el patrón de la ciudad de Malinas), que deja al
cuidado de su mujer, de la que destaca en su testamento su "buen gobierno
y capacidad". A los pocos días de escribir el documento murió. Fue en
1666. Hoy, Josephe, sigue haciendo Historia.
Era flamenco, pero de los nacidos en Flandes. Aunque
quiso ser gitano, de los de aquí. No cantaba, ni bailaba, porque su arte era
otro casi más divino. Sus manos le permitieron ser escultor. Su nombre era
Josephe Haerts, pero rápidamente se castellanizó a José de Arce, mucho más
fácil de pronunciar por aquí. Llegó a Sevilla allá por 1633 y poco después a
Jerez. Aquí no le faltó trabajo. Eran buenos tiempos por el oro y la plata que
provenían de las Américas.
Dicen los expertos de él que era un trabajador
callado, serio, cumplía los plazos a rajatabla, a diferencia de otros artistas
informales de la época. Arce significó el paso del Barroco inicial al maduro en
Andalucía, vamos, que era un protobarroco de lo que se hacía en Europa. Estaba
muy cerca de la pintura de Rubens, que 'regaló' muchos modelos a sus paisanos
escultores. Era muy versátil porque trabajaba con facilidad la madera y la
piedra.
Esa labor reservada tenía una sombra muy alargada, que
llega hasta nuestros días. Una prueba de valor incalculable son los doce
apóstoles que arropan la nave central de la Catedral de Jerez. Un apostolado
recién restaurado en su totalidad, obra de la empresa Ressur, que un día dio
vida José de Arce en su taller. La intervención se ha realizado en tres fases,
correspondientes a tres anualidades, donde se restauraron cuatro esculturas por
año. Se ha llevado a cabo a través de un acuerdo que en su día firmó el
anterior obispo, Juan del Río, con Diputación.
Arce será el encargado de realizar el conjunto
escultórico para el retablo de la Cartuja de Jerez, que fue trazado por
Alejandro de Saavedra en 1636-37 y dorado por Miguel Parrilla en 1639. Constaba
de pinturas de Francisco de Zurbarán y las diferentes esculturas de los
apóstoles, ángeles (desaparecidos), atlantes y el crucificado que lo coronaba,
todo ello se encargó en 1637 al flamenco, quien trabajaría durante tres años en
su taller que estableció en Jerez. Cobraría 200 ducados por cada uno de los
apóstoles.
La historia material de este conjunto escultórico ha
sufrido una serie de peripecias a lo largo de su existencia. Comenzarán sus
trasiegos en 1835 con la desamortización de Mendizábal, en ese momento salen de
la Cartuja y llegarán por primera vez a la Catedral. Una vez allí se guardarán
en diversas dependencias hasta 1882, fecha en que son 'restauradas' por Blas
José Díaz Argaya, intervención que está documentada en el hombro izquierdo de
la escultura de Santiago el menor. Tras la vuelta de los frailes cartujos a
Jerez en 1948, estos reclaman sus bienes y las esculturas son trasladadas a la
Cartuja, donde son colocadas en el refectorio sobre unos pedestales neobarrocos
que imitan la piedra, que son los actuales que están en la Catedral. Ya en
1950, de nuevo, hay constancia documental de que son colocadas en las naves
laterales de la Catedral sobre unos pedestales altos. Terminando sus peripecias
en la actual ubicación sobre los pilares de la nave central.
Son, como era característico en las obras de Arce,
figuras con movimiento, de tamaño casi natural e incluso más, muy sinuosas,
carnosas, serenas. Hay gran movimiento de brazos y de telas. "Son
esculturas que representan muy bien la edad madura y la ancianidad, con gran
potencia física e intelectual, y eso que hoy se valora sólo la juventud porque
parece que envejecer es ya un pecado. Arce aprecia así la sabiduría de la
vejez", apunta la historiadora del Arte Esperanza de los Ríos, que ha
hecho varios estudios sobre este autor. "La Catedral ha ganado mucho,
tiene más empaque. Está más bonita así", dice el deán de la Catedral,
Antonio López.
Por su parte, el director técnico de Ressur, Francisco
García Brenes, asegura que entre la intervención de Argaya y la de esta empresa
(las dos únicas que están documentadas), se han descubierto otras por los
materiales que se utilizaban, como pasta de madera. Hay que destacar que en el
análisis pormenorizado de las esculturas no se ha hallado la firma de José de
Arce, ya que entonces las esculturas no se solían rubricar, pero sí se ha
localizado una fecha, 1639, al pie de San Simón. La autoría del flamenco se
conoce por el contrato que firmó con los cartujos y que se encuentra en el
Archivo de Protocolos de Sevilla, además del seguimiento que se ha hecho de la
obra a lo largo de los siglos.
El conjunto del apostolado es muy homogéneo en cuanto
a su realización técnica, todas las esculturas están realizadas en madera de
cedro y están construidas a base de tablones de esta madera ensamblados al
hilo, dejando un interior hueco. También es abundante el uso de grandes clavos
de forja y dobles colas de milano para asegurar el conjunto. El proceso de
policromado es tradicional.
Las patologías que afectaban a las esculturas eran
poco visibles a simple vista, debido a la posición elevada a la que se
encuentran. Había que añadir la dificultad para percibir los daños, por
encontrarse éstos bajo una gran capa de polvo depositado, así como de numerosos
repintes. De otra parte destacaban los daños infligidos en las numerosa
intervenciones 'restauradoras' o de adecentamiento a la que han sido sometidas
a lo largo del tiempo. Otro motivo de deterioro, que ha producido mutilaciones
y roturas de piezas, han sido los transportes y cambios de ubicación que han
tenido que soportar las imágenes. "Aparentemente, desde abajo, parecía que
los apóstoles no tenían problemas, pero una vez en el taller, empezaron a salir
daños. Se reconstruyeron manos, pies, bordes de las telas partidos y
reconstruidos, había grietas por todas partes, clavos oxidados...",
detalla García Brenes. Todas las esculturas tenían su orla, menos una,
desacralizada por el Instituto de Patrimonio, aunque ninguna es original.
Los tratamientos de conservación y restauración
llevados a cabo sobre el conjunto escultórico se enfocaron hacia una
recuperación integral de todas las piezas, tanto a nivel estructural como de
sus valores estéticos. Para ello se eligieron aquellos tratamientos específicos
que proporcionaban a los elementos deteriorados los niveles adecuados de
consolidación y capacidades mecánicas. En paralelo a los tratamientos se
realizó un estudio microclimático de la nave central de la catedral, lugar de
exposición de las piezas. Para ello se colocaron sensores que registraban las
variaciones de temperatura y humedad ambiente durante las 24 horas del día.
También se realizaron estudios radiográficos,
fotografías técnicas con luz normal, rasante y análisis de caracterización de
materiales, para conocer en profundidad la materialidad de las obras. Todos
estos datos han sido procesados y ordenados en una memoria final de
intervención donde pueden conocerse pormenorizadamente y servir de base para
futuras investigaciones.
Entre las pocas obras documentadas que hay de Arce
está el San Bruno, San Juan Bautista y el Cristo de la Cartuja, que también
están en la Catedral, entre otras piezas; el retablo de San Miguel, compartido
con Martínez Montañés, y el Cristo de la Salud, de la hermandad del Silencio. Y
casi documentado un pequeño crucificado en la Ermita de las Angustias, en su
sala de juntas, "regularmente conservado". En Sevilla destaca Nuestro
Jesús de las Penas de la cofradía de La Estrella, en cuya peana se encontró un
papel que otorgaba la autoría a Arce, así como las ocho figuras monumentales en
piedra de la Parroquia del Sagrario de la Catedral.
José de Arce se casó dos veces, una con María de
Pastrana, que falleció a consecuencia de la peste, y una segunda con Margarita
Tello de Meneses, con quien tuvo una hija, Romualda Teodora (traducción
femenina de Rombout, que es el patrón de la ciudad de Malinas), que deja al
cuidado de su mujer, de la que destaca en su testamento su "buen gobierno
y capacidad". A los pocos días de escribir el documento murió. Fue en
1666. Hoy, Josephe, sigue haciendo Historia.